jueves, 4 de marzo de 2010

PRESENTACIÓN

Desde sus comienzos, la Filosofía se ha querido como ciencia de las primeras causas y principios. A lo largo de los años esto no ha cambiado, sino que se ha amplificado. Por ello, encontramos casi en cada escuela o facultad académica algún investigador dispuesto a hacerse cargo de los temas que colindan o tienen que ver con ‘lo filosófico’. Esta situación permite preguntarnos por el lugar que tienen las disciplinas y hablar de interdisciplinariedad antes que de transdisciplinariedad, considerando el inter como el entremedio, cruce y confusión de saberes, antes que como puntos comunes o trascendentes. Considerar esto nos habilita para pensar sobre la insuficiencia del modelo de evaluación estándar de las áreas de conocimiento. Éstas requieren de unos parámetros de seriedad, pero no de una objetividad anuladora de las metodologías y los objetivos particulares.
Entonces, ¿cómo medir las propuestas de investigación filosófica? ¿Qué las separa de las propuestas de investigación de otras disciplinas humanísticas, como la Historia o la Literatura? Más aún, ¿es radical la separación entre las áreas clasificadas como Humanidades y Ciencias Sociales con respecto a ‘otras ciencias’?
Estos planteamientos no son novedosos, pero han generado problemas que aún hoy no han encontrado soluciones satisfactorias, redundando en una ‘guerra de saberes’. Entre ellos podemos destacar algunos. En primer lugar, se ha creado un campo de diferenciación que ha derivado en la designación -llegado a un determinado límite- de toda disciplina como Filosofía. Esto puede significar dos cosas: bien que la Filosofía interviene los ‘espacios’ propios de otras disciplinas o bien que éstas se encuentran igualmente capacitadas para hacerse cargo de los problemas que han recibido el título de ‘filosóficos’. Esta difuminación de ‘competencias disciplinares’ permite formular un interrogante: ¿si la barrera que limita los campos del saber es tan difusa, es necesario ser especialista?
En este momento vivimos una crisis de las Humanidades a nivel mundial, lo que ha generado la fusión de departamentos, con combinaciones más o menos exitosas, como la de Filosofía e Historia o la de Filosofía y Literatura. ¿Es necesaria la coalición disciplinar para la supervivencia de los estudios humanísticos? ¿Esta coalición va más allá de la estrategia de supervivencia? Por otro lado, en muchas librerías debemos acercarnos al estante de ‘teoría literaria’, ‘teoría política’ o ‘meta-historia’ para encontrar las obras de quienes indagan en lo filosófico. ¿Hay una huida de ciertas disciplinas? ¿Caducaron los grandes hitos del saber?
En segundo lugar, cabe destacar cómo esta dinámica de difuminación está creando la sensación de que es necesaria una protección de las áreas del conocimiento, que en realidad esconde la necesidad de conservación de la disciplina como una entidad con caracteres identificables y, hasta cierto punto, independientes. Esta defensa de la especialidad da lugar a una situación típica: la del investigador especializado que se niega a escuchar las aportaciones de otras áreas sobre su tema de estudio. El resultado es conocido: un archipiélago de conocimientos sin conexión y, por ende, una redundancia del saber. Entonces, ¿por qué esta necesidad de definición cerrada? ¿Por qué la exigencia de ortodoxia metodológica (e incluso temática)?
Estos planteamientos van más allá del espacio de educación superior y tienen como punto de partida la educación secundaria, donde los debates sobre la conveniencia de mantener asignaturas como Filosofía, Ética, Cultura Clásica, Latín, o Griego, o de reducir la carga lectiva otras como Literatura, Historia e Historia del Arte, son el reflejo de los esfuerzos generalizados de las áreas de conocimiento por ocupar espacios académicos. Frente a esto, la preferencia por asignaturas vinculadas a los ámbitos científicos prestigiados socialmente, como las Matemáticas, la Biología o la Economía, que consiguen ganar horas en las aulas. Una guerra de disciplinas en los cimientos de su difusión pedagógica por su catalogación institucional, como si ésta marcara su vigencia como saberes. ¿Cuál es el alcance real de estos debates para los estudios humanísticos?
Este problema nos lleva a otro: las clasificaciones de las áreas como Humanidades o como Ciencias Sociales. Ante la pérdida de espacio académico de las Humanidades, muchas áreas tradicionalmente incorporadas en esta categoría han optado por redefinirse como Ciencias Sociales. La balanza de ‘lo útil’ ha determinado el grado de atención institucional sobre las diferentes líneas de investigación, traducida en la mayor o menor voluntad de financiación. Los fondos destinados a investigación por universidades y ministerios, así como por otras entidades (que hoy día incluyen desde ayuntamientos y fundaciones hasta cajas de ahorro y bancos) limitan a una cuota honrosa pero mínima los proyectos y becas de investigación calificados como Humanidades. Ante esta situación, la interdisciplinariedad puede convertirse, más que un instrumento de trabajo, en un traje de camuflaje para evitar esta etiqueta limitativa (cuando no minusvalidadora) y perder puntos en la carrera institucional. ¿Deben las Humanidades re-pensarse como Ciencias Sociales para mejorar su situación en el ámbito institucional? ¿Hay un punto común o de encuentro entre Humanidades y Ciencias Sociales que permita que hablemos de mero camuflaje?
En la convocatoria de esta mesa invitamos a reflexionar acerca del cruce de saberes a través de estas cuestiones:
¿Es posible el diálogo entre saberes?
¿Dónde queda lo interdisciplinario?
¿Ser o estar entre saberes?
¿Se desvanece la institución de los saberes?
Nuestro llamado fue contestado por las comunicaciones que forman parte de esta edición, en las que podemos identificar tres nudos problemáticos. En el primero de ellos, bajo el título ¿Reformulación de la filosofía o sentencia de muerte?, hemos agrupado aquellas comunicaciones que se hacen cargo de la posibilidad de desaparición institucional de la Filosofía. Destaca el énfasis puesto en las propuestas teóricas de Manuel Sacristán, Gustavo Bueno y José Ortega y Gasset, validadas para problematizar el estatus de la Filosofía en los estudios superiores actualmente, cuando la convergencia europea ha abierto el debate en torno al conocimiento ‘útil’ y ‘rentable’. La relación entre Universidad y saber ha originado una larga discusión en España, con equivalentes en Latinoamérica, que en estos textos ha sido redireccionada hacia la posibilidad de la desaparición de la Filosofía como disciplina particular, planteando una re-definición que la convertiría en pilar del resto de disciplinas. De tal modo, los estudios de Filosofía deberían formar parte de la formación de todo individuo, independientemente de cual sea su especialización profesional.
El segundo nudo, Sujeto y saber, incluye aquellas respuestas que intentan definir ‘subjetividad’ y ‘encrucijada de saberes’ a través de los vínculos de la Filosofía con otras áreas clasificadas como ‘humanísticas’, las artes y las ciencias. La línea que marcan estas propuestas es la de pensar sobre cómo se posiciona la Filosofía a la hora de hablar sobre o con diversos campos o instrumentos de conocimiento, así como sobre su capacidad de permitir la interacción entre ellos. Esto nos lleva a la reflexión sobre la aplicabilidad en nuestro tiempo de tipificaciones como ‘filosofo’, ‘sabio’ o ‘experto’, es decir, a plantear cuáles son los objetos, los sujetos y las vías de conocimiento hoy.
En el tercer y último nudo, titulado Encrucijada y cultura, presentamos el interés por destacar la importancia para la Filosofía de que su aprehensión del mundo se realice en conexión con la sociedad. La realidad, bien en su materialidad o bien en su representación, se convierte así en el lugar de una encrucijada de saberes. En ella la teoría filosófica -y la definición que la Filosofía hace de sí misma- hace alianza (cuando no se enfrenta) con la historiografía y los estudios culturales. Las comunicaciones insisten en la necesidad de reflexión y acción dirigidas a favorecer este cruce de áreas sobre ‘lo humano’, cuya trayectoria es larga, si bien irregular ya que sus resultados se han visto afectados por la competitividad, más que por la conectividad, entre disciplinas.
Así pues, dejamos la discusión sobre la encrucijada de saberes abierta.
Carolina Bruna y Ana Díaz.

CRONOGRAMA
Miercoles 28 de Abril 12:30-14:00, Aula Rector Antonio Soler (Campus de La Merced)

Primer nudo. ¿Reformulación de la filosofía o sentencia de muerte?


- “La liquidación del alumno de Filosofía en la época del capitalismo académico”, José Sánchez Molina (Universitat de Barcelona)

- “Rol de la filosofía e interdisciplinariedad en Manuel Sacristán. (Sobre el lugar de la filosofía en los estudios superiores)”, María Francisca Fernández Cáceres (Universidad de Cádiz)

- “El problema de la especialización en José Ortega y Gasset: Misión de la Universidad y La rebelión de las masas”, Jorge Costa Delgado (Universidad de Cádiz)


Jueves 29 de Abril 16:30-18:30, Salón de Actos (Edificio Ronda de Levante)

Segundo nudo. Sujeto y saber


- “EN PRIMERA PERSONA. A propósito de las relaciones entre retórica, filosofía y subjetividad en los inicios de la Modernidad”, Vicente Raga Rosaleny (Universitat de València)

- “La nostalgia del sabio: la necesidad de la interdisciplinariedad en la crisis de valores de la era global a comienzos del siglo XXI. Literatura y Filosofía”, Alba Teixidó Vilar (Universidad Pompeu Fabra)

- “La posibilidad de la filosofía y la contaminación de las disciplinas en el pensamiento de Gilles Deleuze”, Amanda Núñez García (UNED-ONLENHER)

- “Ciencia vs. religión: una aproximación al llamado ‘nuevo ateísmo’”, Víctor Luque Martín (Universidad de Valencia)

- “GOOGLE: La disolución del experto”, Claudia Picazo Jaque y María Muñoz Serrano (Universidad Autónoma de Madrid)


Viernes 30 de Abril 12:00-14:00, Aula 1.6 (Aulario Campus de La Merced)

Tercer nudo. Encrucijada y cultura

- “Saber y crisis: a propósito de la Facultad Diagnóstica”, Javier López (Universidad de Murcia)

- “Superación de la crisis apertura al mundo”, Pilar Pereila Martos (Universidade do Porto)

- “Night of the cultural dead. Estudios culturales y estrategias de análisis a fin de siglo”, Ángel O. Álvarez Solís (Universidad Autónoma Metropolitana, México)

- “Te debo un baile y no una explicación. Subjetividades: intersubjetividad, narración y acción. ¿Qué Filosofía de la Historia?”, Pedro Ochoa Crespo (Universidad Complutense de Madrid)

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