sábado, 27 de marzo de 2010

El problema de la especialización en José Ortega y Gasset: Misión de la Universidad y La rebelión de las masas

La rebelión de las masas y Misión de la Universidad tratan la especialización desde la perspectiva de la relación entre ciencia y sociedad, pero mientras en el primer caso encontramos un análisis antropológico de la experiencia vital de una época, en Misión de la Universidad se trata la inserción de esta experiencia general en un problema concreto. Esto nos permite articular esquemáticamente la relación entre la razón vital y la razón histórica en Ortega y Gasset, a la vez que observamos un ejemplo de aplicación a una circunstancia específica. Mención especial merece el hecho de que tal circunstancia haya marcado muy significativamente la vida intelectual española hasta la actualidad.
La coherencia con la idea orteguiana de la “razón histórica” obliga a comenzar el estudio del problema de la especialización desde una perspectiva histórica. (…) la correlación entre ciencia, capitalismo y liberalismo es la base de la contextualización histórica que Ortega introduce en su análisis: el problema de la especialización es una consecuencia estructural de la Modernidad, no una anomalía coyuntural que pueda resolverse de forma aislada.
El progreso científico requiere de una labor de síntesis para elaborar una perspectiva integrada de cada disciplina. En esta síntesis no sólo se ven comprometidos los conocimientos procedentes de la investigación dentro de la propia disciplina, sino también recursos “pertenecientes” a la filosofía o a otras ciencias. Sin embargo, esta práctica se hace cada vez más difícil: tanto por la abundancia y diversidad de las ramas de conocimiento especializadas, como por el modelo de científico que esta organización de la ciencia requiere. La salida más lógica –dentro de esta dinámica- es profundizar en la especialización y escindir nuevas disciplinas dentro de las divisiones ya clásicas. Ortega, en cambio, abre la vía de la reflexividad sobre la propia actividad científica como práctica incorporada a las Humanidades, pero no la desarrolla como sí lo hace Sacristán, que recoge su testigo aplicándolo a la práctica de la investigación científica.
¿Pero es la especialización un problema exclusivamente científico? Ortega responde a esta pregunta introduciendo el problema de la especialización en la experiencia vital del ser humano de la época. La rebelión de las masas tiene múltiples lecturas posibles, como corresponde a un buen clásico; lo que aquí nos interesa es su crítica de la fragmentación del hombre moderno. (…) la rebelión de las masas no debe entenderse únicamente como resultado de la mejora generalizada de las condiciones materiales de la población y el incremento de la misma: la base social previa a ese proceso se ha visto profundamente transformada. Y no sólo en términos de relación de fuerzas políticas, sino, sobre todo, en la experiencia vital: la experiencia del "hombre-masa".
Ortega define al "hombre-masa" transformando un fenómeno cuantitativo en una construcción sociológica: el acceso de un gran número de gente a lugares antes reservados a la élite implica que la élite ya no es tal. Y, además, este ascenso instaura una novedosa homogeneización social: la homogeneidad de la no cualificación, al renunciar las élites a sus funciones tradicionales. (…) Ortega salta del terreno sociológico al psicológico: la categorización de 'masa' se traslada ahora al individuo como incorporación de unas prácticas sociales: “(…) la Masa es todo aquel que no se valora a sí mismo -en bien o en mal- por razones especiales, sino que se siente «como todo el mundo» y, sin embargo, no se angustia, se siente a sabor al sentirse idéntico a los demás”. La cuestión es: ¿cómo es posible que en una sociedad que ha alcanzado tal grado de desarrollo científico-técnico predomine un modelo de ser humano cuyo rasgo característico es la no cualificación? Ortega responde: “resulta que el hombre de ciencia actual es el prototipo del hombre-masa. (…) porque la ciencia misma –raíz de la civilización- lo convierte automáticamente en hombre-masa; es decir, hace de él un primitivo, un bárbaro moderno”.
En Misión de la Universidad Ortega entendía que cualquier problematización de la 'ciencia' debía contemplar a su principal organismo transmisor y productor, al menos teóricamente: “en la Universidad se cultiva la ciencia misma, se investiga y se enseña a ello”. (…) Pero junto a la investigación científica y a la formación de científicos, señalaba otras dos funciones para la universidad que la convertían en una institución crucial: la transmisión de la cultura y la enseñanza de las profesiones. (…) El problema radicaba en que estas tres funciones se confundían en la práctica y se estorbaban entre sí: de la transmisión de cultura quedaba tan sólo un residuo erudito; mientras que la ciencia y la enseñanza de profesiones convivían con mucha dificultad en los mismos planes de estudio. La labor que Ortega se atribuyó fue, cómo no, arrojar luz sobre el asunto y proponer, de paso, una orientación para salir de la encrucijada.
Se trata de dotar al hombre medio del sistema de ideas –la cultura- más avanzado de su generación. Esa labor la debe llevar a cabo la universidad a través de cada una de sus tres funciones. En primer lugar, creando una Facultad de Cultura que enseñe directamente dicha materia en la universidad (…). En segundo lugar, mediante la enseñanza de profesiones (…). Es radicalmente necesario diferenciar entre el contenido de la ciencia y la investigación misma. La urgencia de la vida no puede supeditarse a la paciencia de la ciencia: es necesaria una selección de lo que la ciencia contiene mediante una síntesis de sus conocimientos especializados que se incorpore como acervo cultural. (…) Ortega insiste en que esta solución no implica el abandono de la investigación, sino su reubicación en una universidad que debe, ante todo, situar al hombre-medio a la altura de su tiempo: debe formar a una élite dirigente –que en una sociedad democrática debe ser un sector lo más amplio posible de la población-.
A corto plazo, la situación de crisis europea adquirió los tintes más dramáticos que vaticinaba Ortega. Pasado el trance, Europa ha continuado hasta la actualidad sin variar sustancialmente los principios en los que Ortega situaba el origen del especialismo. (…) La interdisciplinariedad entendida como el intercambio de técnicas o herramientas teóricas entre distintas disciplinas científicas es una práctica muy saludable y necesaria; pero no resuelve el problema de la especialización. El camino para la superación de la especialización moderna pasa por trascender la actividad puramente técnica introduciendo la reflexividad sobre la propia actividad científica en la práctica diaria del hombre de ciencia; lo que permitiría otorgar una perspectiva de conjunto a un proceso del que forma parte y sobre el que, consecuentemente, debería tener algo que decir.
Los peligros que, según Ortega, se cernían sobre la precaria relación entre ciencia y sociedad no parecen haberse extinguido: recorrer los textos de Ortega sobre la universidad, continuar con la crítica de Sacristán y observar el panorama de la reciente reforma europea puede ser una experiencia sorprendente para quien no conozca esta tradición histórica. Sin embargo, quizás se ha tendido a minusvalorar la estabilidad de una ciencia en crisis y la capacidad de reproducción de un sistema cuya inercia ha demostrado ser más fuerte que los defectos y fuerzas que se le oponían.
Una de las críticas más frecuentes a Ortega fue la falta de sistema en su filosofía. El mismo Ortega era consciente de que el entorno alemán en el que se había formado tenía muy poco que ver con su España. Quienes lo califican peyorativamente de periodista que pretendía hacer filosofía contemplan estas limitaciones como un lastre, pero olvidan que el propio Ortega era muy consciente de su circunstancia –estas dos obras dan fe de ello- y eligió ejercer como filósofo de la forma que le pareció más coherente con ella. Quizás esa forma de hacer filosofía le impidiera, en cuanto a la especialización, clarificar con más detalle el proceso por el que ese fenómeno estructural de la modernidad se incorpora a la experiencia psicológica del hombre-masa; pero, a cambio, abrió un campo de posibilidades al pensamiento español en un contexto tremendamente adverso.
Jorge Costa Delgado

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