lunes, 26 de abril de 2010

Te debo un baile y no una explicación

“La próxima vez que levantes la vista de incredulidad: que sea hacia el mundo y no a mí. Yo no te voy a pedir que confíes en mí.”
Artur Estrada (2009)

(…) la propia disciplina histórica ha reflexionado sobre su capacidad de representar la realidad. Estas reflexiones, además, han corrido paralelas (¿cómo si no?) a las que se han realizado dentro de las diversas ciencias humanas y sociales. Por ello, la metáfora de la que me valgo en este texto alude más bien a la explicación como medio de representación habitual de la historia, y al baile como alternativa a ese camino, si bien ciertos sectores de la disciplina histórica aún sueñan con la posibilidad de la representación total y objetiva de la historia de los seres humanos. (…) Un baile, en este caso, supone ofrecer una alternativa a los huecos que, en el intento de totalización del pasado y de los seres humanos que participaron en él y participamos de él, se trazan en nombre de la ciencia y la verdad histórica. (…) Si la mayor parte de lo realizado y reflexionado a esta hora en la historiografía suele carecer de los elementos que procuran evitar la totalización y cosificación de los seres humanos, ¿cuál debería ser el camino? ¿Qué filosofía de la historia, pues? (…) en principio, mostrar las miserias de la historiografía, para (…) proponer algunos fundamentos apriorísticos que (…) ofrezcan una alternativa.
Sobre las miserias (…) cuando los historiadores plantean la forma y el fondo en que se desarrollará su investigación y su representación, lo que utilizan en realidad es un mecanismo poético mediante el que proyectan sus preconfiguraciones de la realidad presente y pasada. (…) no podemos huir de nuestras (p)referencias y eso mediatiza la posibilidad de tender hacia la objetividad.
Otra de las miserias (…)l a cosificación de los sujetos (necesaria para que se produzca la causalidad) (…) los historiadores sobrevuelan superficialmente la vida de los seres humanos mediante la representación de una serie de acontecimientos en los que la mayor parte de los sujetos aparecen perfilados como no-activos ante la historia.
Una última consideración sobre las miserias me obliga a aludir a la cuestión de las formas finales de la representación histórica. (…) Las soluciones que generalmente se presentan no difieren más que en matizaciones sobre el estilo histórico, sin adentrarse en los problemas del lenguaje como discurso.
Sin embargo, durante los últimos treinta años de producción historiográfica se han desarrollado cada vez mayores espacios con acogida para las diferentes maneras de hacer historia. (…) el impacto de la historia de las mujeres y del feminismo en las ciencias sociales-humanas ha posibilitado una prolija reflexión sobre la conformación de los discursos de estas disciplinas en sus bases epistemológicas; (…) escribir hoy historia de género supone, a mi modo de ver, reconsiderar la propia metodología utilizada hasta ahora, repensar las formas en las que el historiador se acerca a las fuentes e historiar las categorías y la construcción de la representación de los procesos históricos, puesto que ellos mismos están marcados por el género (gendered).
(…) la narración final de una representación histórica deberá incluir todos los condicionamientos subjetivos e intersubjetivos que han dado forma y contenido al trabajo. (…) Los trabajos de Dilthey y Gadamer en torno a la hermenéutica y la subjetividad (e intersubjetividad) en los discursos de los seres humanos proporcionan las herramientas adecuadas para estas particularidades de la actividad humana. (…) Para poder ser conscientes de los mecanismos empleados y de los resultados obtenidos, la hermenéutica debe reconocer “la acción de la tradición en la praxis histórica”. (…) Este breve recorrido por el conocimiento histórico conformado a partir de la hermenéutica, con una fuerte impronta de la problemática lingüística, será coronado con las aportaciones de Foucault [quien señala que] “Llamamos hermenéutica al conjunto de conocimientos y técnicas que permiten que los signos hablen y nos descubran sus sentidos”.
Sin embargo, a mi modo de ver la interpretación de la vida humana en el tiempo y en el espacio no cesa en el análisis del discurso. Existe un espacio de intersección entre el discurso y la acción en el que aparece la actividad humana. La acción es el presente, el único momento en el que la intersección entre el pasado (la representación que de él tengamos) y el futuro (la proyección del yo pensante) cobra forma material. La actividad humana en el presente, desde mi perspectiva, escapa pues al análisis del discurso, puesto que contiene ciertos elementos no racionales y creativos. ¿Es el baile que promete Artur Estrada? Creo que sí.
¿Se debe hacer tabla rasa con el pasado escrito? (…) lo que propongo desde aquí obliga a un replanteamiento continuado de la labor historiográfica. Eso no significa, a mi modo de ver, que se deba olvidar todo la producción historiográfica realizada anteriormente (…). En este sentido, la vía es formular responsablemente las cuestiones que el historiador quiera trabajar. (…) En realidad, la historia debería asumir su validez desde sus deficiencias y desde sus posibilidades: su capacidad para permeabilizar metodología de otras ciencias sociales o humanas y su necesidad de acogerse al movimiento del tiempo, conviven desde hace tiempo con las exigencias morales que se le presuponen respecto a las contingencias (y no contingencias) del presente y los propios límites del conocimiento humano.

Pedro Ochoa Crespo

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